viernes, 4 de mayo de 2012

Comida peruana: Magnífica fusión de ingredientes y culturas CRISTINA JURI ARENCIBIA


Comida peruana: Magnífica fusión de ingredientes y culturas

CRISTINA JURI ARENCIBIA

Especial/El Nuevo Herald



La culinaria peruana data de épocas ancestrales, abarca una amplia gama de alimentos, diversas culturas --indígenas, española, europeas y asiáticas-- y es coloreada por detalles especiales. Como ejemplo, cuentan con la mayor variedad de papas del mundo, 2,000 según las registradas en el Centro Internacional de Papas (ICP) de Lima. Y de acuerdo a sus datos, los incas cultivaban más de 1,000 variedades, ya que habían creado un ingenioso sistema de agricultura. Otra muestra son los frijoles, populares en las culturas de casi todos los países hispanos, y que en Perú son parte importante de la dieta de los habitantes de la costa. En esa nación sudamericana, fueron encontrados en tumbas prehispánicas de más de 10,000 años de antigüedad. La gastronomía peruana heredó de los incas, ingredientes que son notables en la culinaria contemporánea y que distinguen sus platos de las cocinas de otros países: pimientos picantes llamados ají o rocoto.

También los conquistadores españoles hicieron su aporte, trayendo consigo diferentes animales y plantas, que se agregaron a los locales. Especias como el comino, la canela y el clavo de olor son importantes en los postres peruanos de hoy en día. Lo mismo sucedió con el azúcar.

La cocina peruana hace gran uso de frutas y vegetales y sus mercados son un claro ejemplo de ello. Y los platos sobre la base de mariscos y pescados llevan años inspirando las culinarias de chefs alrededor del mundo. Por si fuera poco, la gastronomía del Perú, de enorme riqueza, está en constante evolución, obra de los descendientes de quechuas, españoles, chinos y japoneses que por muchos años ya han vivido en el país.

En Miami, son varios los restaurantes que ofrecen platos netamente peruanos o inspirados en esa culinaria. Francesco (325 Alcazar Ave.), de propiedad de la familia Danovaro y ubicado en Coral Gables, ofrece muy buena comida peruana, preparada especialmente por chefs provenientes de Perú. Francesco cuenta además con dos restaurantes en Perú --en el Callao y en Miraflores. Este año, la guía Zagat de restaurantes del sur de la Florida le otorgó el primer puesto en comida del mar. Pescado (320 San Lorenzo Av., Village of Merrick Park) no es un restaurante de comida peruana propiamente dicha, pero su chef Sean Bernal, original de Puerto Rico y de conocida trayectoria en nuestra ciudad, ofrece muy buenas opciones en su menú, como el Picante de Camarones, un plato con el toque exacto para despertar el paladar, y donde las criaturas del mar coquetean con un arroz preparado en su justo punto. ''La culinaria peruana es para mi una de las mejores, por su exquisito sabor, pero también por su variedad y habilidad para incorporar la influencia de diferentes épocas y culturas'', nos dice Chef Bernal. Cacciuco (2330 Salzedo St.) es otro restaurante peruano en Coral Gables, donde Federico Anavitarte, su propietario y chef, ofrece no sólo comida tradicional peruana, sino platos innnovadores con sugestivos nombres enraizados en la naturaleza peruana, tales como Pescado al Volcán y Soufflé de los Andes. Bon appétit!

SALTADO DE PESCADO

('Chef' Aldo Danovaro, Restaurante Francesco)

INGREDIENTES:

½ lb. de filete de mero (grouper)

½ taza de harina

½ taza de cebolla, cortada en juliana

½ taza de tomate, picado

¼ taza de vino blanco

2 cdas. de aceite

1 cdta. de ají amarillo procesado

¼ cdta. de sal

¼ cdta. de pimienta

5 camarones cocidos y pelados

PREPARACION:

Corte el pescado en trozos, condimente con sal y pimienta y pase por harina. Fría el pescado en 1 cda. de aceite y retire. Fría la cebolla en 1 cda. de aceite; luego añada el tomate, vino blanco, ají amarillo, sal y pimienta; deje cocinar por unos minutos para evaporar el alcohol. Agregue el pescado frito y los camarones a la mezcla anterior. Tape la olla y deje cocinar a fuego lento por 2 minutos aproximadamente. Sirva con arroz blanco con choclo (maíz peruano). Rinde 1 porción.

PICANTE DE CAMARONES

('Chef' Sean Bernal, Restaurante Pescado)

INGREDIENTES:

12 camarones grandes (enteros, pelados y sin vena)

2 cdas. de jengibre fresco, picado en cubitos

2 cdas. de ajo, picado en cubitos

3 cdas. de pasta de ají panca *

1 cda. de ají rocoto, molido *

2 cdas. de bijol, en polvo *

¼ taza de vino blanco

2 cdas. de tomates pelados, sin semillas y cortados en cubos

2 cdas. de aceite de canola

1 cdad. de comino en polvo

Sal y pimienta para sazonar

* adquiera en supermercados hispanos

PREPARACION:

Sazone los camarones con sal y pimienta. Caliente una sartén grande a fuego fuerte, agregue el aceite y los camarones. Selle un lado de los camarones por aproximadamente 2 minutos. Agregue jengibre, ají panca, ají rocoto, bijol y saltee por 3 minutos. Agregue el vino blanco y luego el tomate. Cocine hasta que se haya reducido a la mitad. Sazone a gusto con comino, sal y pimienta. Sirva sobre arroz blanco caliente. Rinde 2 porciones.

CAUSA LIMEÑA

('Chef' Sean Bernal, Restaurante Pescado)

INGREDIENTES:

3 papas de Idaho, peladas

¼ taza de pasta de ají amarillo

3 cdas. de jugo de lima, fresca

2 latas de atún blanco

½ taza de mayonesa

¼ taza de cilantro, picado en juliana

¼ taza de cebollinos, cortados en juliana

Sal y pimienta a gusto

PREPARACION:

Cuando las papas estén cocinadas, procese y luego agregue ají amarillo, jugo de lima y agua.

Para la ensalada de atún: escurra el atún, mezcle todos los ingredientes y sazone.

Para armar el plato: cuando la mezcla de papas esté fría, ponga la mezcla de papa y la de atún, alternando capas, en un molde de vidrio y refrigere por 1 hora. Para servir, corte un cuadrado y ponga una guarnición de rebanadas de aguacate. Rinde 6 porciones.

SOUFFLE DE LOS ANDES

('Chef' Federico Anavitarte, Restaurante Cacciuco)

INGREDIENTES:

1 lata de leche condensada

1 lata de leche evaporada

1 taza de jugo de naranja

5 ozs. de coco rallado

5 huevos enteros

4 ozs. de azúca blanca

Crema doble batida (heavy whipping cream), a gusto

10 cerezas al marraschino

PREPARACION:

Mezcle las leches, huevos, coco rallado y juego de naranja. Prepare un almíbar con el azúcar, dejando que se derrita a fuego lento. Viértalo en un molde refractario rectangular y mediano, dejando que cubra el fondo. Luego vierta la mezcla anterior. Cubra con papel plástico. Hornee en el microondas por 10 minutos o en horno moderado, a baño María, hasta que esté cocinado. Deje enfriar y desmolde. Sirva con la crema doble batida y las cerezas. Rinde 10 porciones.


http://www.montereyherald.com/mld/elnuevo/entertainment/dining/8136371.htm


HISTORIA DE LA PAPA A LA HUANCAÍNA



La historia de la Papa a la Huancaína está bien descrita en el libro "La Gran Cocina Peruana" de Jorge Stambury y es la siguiente:

En la época en que se construyó el ferrocarril del centro del país, que vá de la capital hacia la zona de montaña, la cantidad de obreros que trabajaban abriendo trocha y perforando las rocas, trabajaban a más de 2,000 mts de altura, para lograr una de las más bellas obras de ingeniería; el Puente de Infernillo.

Como se comprenderá estas personas necesitaban alimentarse y la población huancaína y en especial las mujeres proveían el almuerzo y se hizo muy popular el de una de ellas en especial, a la que ellos apodaban la Huancaína, que traía unas hermosas papas, bañadas con una salsa de queso y adornadas con huevo. La salsa era preparada con queso o cuajada desmenuzado, mezclado con rocoto sancochado molido y diluído con leche, para darle soltura. Estas papas comenzaron a llamarlas de la Huancaína y así se quedaron, como cuenta Jorge Stambury; la construcción del ferrocarril terminó pero la tradición del plato quedó y llegó rápido a Lima.

La receta fue cambiando, se cambió el rocoto por el ají, se le agregó aceite y todo comenzó a prepararse en licuadora y se dejó el batán de lado.

La receta que él nos brinda es la siguiente:

PAPA A LA HUANCAÍNA


Ingredientes:

1 kilo de papas
4 ajies amarillos
1 cucharada de azucar
500 gr. de queso fresco
1 taza de leche
3 limones
2 huevos
aceite
hojas de lechuga
perejil
pimienta y sal
10 aceitunas.


Preparación:

Se ponen a hervir los ajíes amarillos sin pepas, con el azúcar, retirar los ajíes al primer hervor y entonces licuarlos con las yemas de huevo, el queso, la leche, limón y aceite, luego agregar la sal. Esparcir esta salsa sobre las papas previamente sancochadas y colocadas sobre una cama de hojas de lechuga y adornar con las aceitunas y la mitad de un huevo duro.

Actualmente hay otras versiones en donde se le agrega 1 paquete de galleta de soda y sólo 1 o 2 ajíes amarillos sin necesidad de hervirlos pero la base sigue siendo la misma.


 
  
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CEBICHE MIXTO
Para 6 personas

Cocer el pulpo en agua hirviendo con sal por 45 minutos. Retirar del agua y pasar por el agua fría para detener la cocción y evitar así que el pulpo se endurezca. Picar en lonjas chicas y reservar.
Cocer los calamares en agua hirviendo sin sal por 1 minuto. Pasar por agua helada. Cortar en anillos delgados y reservar.
Para la cocción de los camarones hierva agua sin sal en una olla, ponga los camarones en un colador y sumerja sólo unos segundos en el agua hirviendo. Pase por agua helada. Reserve. Cocer papas o camotes en agua con sal por 20 minutos. Pelar y cortar en cuartos.
Cocer choclo peruano en agua con azúcar, chorrito de limón y semilla de anís. Colar y reservar.
Mezclar mariscos cocidos con pescado crudo. Agregue cilantro, cebolla, apio, aliños y deje reposar. El secreto está en agregar el limón apenas 3 a 4 minutos antes de servir para que el pescado se alcance a cocer sin que pierda su consistencia.
Montaje: en un plato hondo ponga el cebiche al medio, a un lado agregue el choclo y trozos de papa o camote. Sirva acompañado de tostadas.
• 200 grs. pulpo
• 200 grs. camarones ecuatorianos (calibre 100 – 200)
• 200 grs. calamares (limpios)
• 200 grs. reineta o corvina cortada en cubos chicos y parejos
• 1/2 atado de cilantro picado fino
• 1/2 taza jugo de limón de pica
• 1 cebolla morada cortada en juliana
• 1/2 taza de apio picado fino
• 1 ají rocoto o pintón picado fino
• 1 bolsa de 400 grs. de choclo peruano (en Bodeguita Peruana, Pueblo del Inglés l.29)
• 1 a 2 cucharadas de azúcar
• 2 a 3 papas o camotes cocidas y partidas en cuartos
• Pizca jengibre en polvo
• Pizca ajinomoto
• Pizca ajo fresco picado fino
• Sal y pimienta blanca
• Semilla de anís opcional (en supermercados)

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CEVICHE PUERTO CALLAO 
 
www.cocinaperuana.galeon.com
platos típicos del norte, centro, sur y oriente peruano 
CEBICHE PUERTO CALLAO
Para 6 personas

Los ostiones se parten en cuartos o mitades y se cuecen en jugo de limón. Repita la preparación descrita en el cebiche mixto.
Montaje: en plato hondo ponga al centro el cebiche con ostiones y jaiba. A los lados ponga trozos de papa o camote y choclo.
• Los ingredientes son los mismos del cebiche mixto. Utilice solamente 100 grs. de cada marisco y 100 grs. de pescado. Agregue 200 grs. de ostiones y 200 grs. de carne de jaiba precocida (en mesón de pescadería de supermercados

PULPO AL OLIVAR
Para 6 personas

Cocer el pulpo en agua hirviendo con sal por 45 minutos. Colar y pasar por agua helada. Cortar en láminas. Marinar en vino blanco y aceite de oliva. Agregar perejil y ajinomoto, macerar apenas 3 minutos y servir.
Para la salsa de aceitunas: en licuadora moler aceitunas sin cuescos con mayonesa hasta obtener una pasta homogénea de color morado. El secreto de esta salsa está en usar aceitunas de Azapa sin salmuera, bien coladas.
Montaje: disponer las láminas de pulpo en un plato bajo. Espolvorear más perejil. Poner en pocillo aparte la mayonesa de aceitunas. Servir con tostaditas.

 
Puedes escribir un titular. 
 
PISCO SOUR A LA PERUANA
Para 6 personas

Batir en juguera todos los ingredientes salvo el Amargo. Agregar hielo y volver a batir un par de minutos. No sobrebatir porque se llena de espuma. Servir de inmediato con unas gotas de Amargo de Angostura.
Un consejo: puede preparar el pisco sour sin el huevo el día anterior y guardarlo envasado y refrigerado y a última hora batir en juguera con la clara. Nunca guarde un pisco sour con clara porque como dicen los peruanos “el huevo se malogra”.


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Blanca Ugarte-Quiroz nació en Piura, ciudad costera del norte del Perú, ciudad donde predomina el desierto, cujíes y burros y en donde la cocina a base de pescados y mariscos representa la cumbre de la cocina Peruana.
Graduada de Ingeniero Industrial en la Universidad Nacional de Piura, solía encontrarme en la planta de frutas lácteos aprendiendo a elaborar mermeladas, helados, quesos, algorrobina (sirope hecho a base de la vaina del cují), fruta confitada, etc, y en la universidad vendía las mermeladas y turrones que elaboraba a mis profesores y amigos.
Mi papá se llama Walter, era jefe de la Policía de Investigaciones del Perú y un gran gourmet, él cuenta con 83 años, en mi casa se solía hacer reuniones y se recibía a amigos a comer. Mi padre amante de la cocina autóctona peruana tuvo además mucho aprecio por las cocinas extranjeras, debido a la diversidad de ss sabor y sazón. Recuerdo que como yo era su hija consentida porque me parecía a mi abuela Isolina; solía hacer la siesta con él y leíamos recetas de cocina, nos las imaginábamos y tratábamos de mejorarla; yo creo que estas vivencias influyeron en mí y en mi gusto y aprecio pos las diferentes culturas, costumbres e idiosincrasias de los diversos pueblos.
Mi mamá Amelia influyo en mí en el aspecto de ser dinámica y muy progresista. En mi casa de Perú hay una huerta y nunca se perdía la fruta; después de almuerzo se ponía a pelar y embolsar tamarindo, congelaba en almíbar los mangos y hacía dulce de guayaba para la casa y si había mucha producción para la venta.
En ese ambiente fui creciendo, empezando hacer mis pininos en el ambito de los platos sabrosos y hacer nuestros propios productos, siendo mi pasión transformar un insumo en otro.

Mi hermana mayor es Isolina Ingeniera con un doctorado en la Universidad de Budapest, Hungria. Vive allí y se dedica al protocolo internacional. Consuelo es economista y cuenta con un doctorado en Turismo, siempre dando su apoyo a los extraordinarios artesanos y orfebres que hay en Peru especialmente en Piura.
Gerardo mi único hermano varón vive en Venezuela es comerciante dedicado a la rama de comedores industriales. Melita mi hermana menor –un poco antipática-, se lanzó de alcaldesa, aunque no gano es una buena odontóloga.
Practique deporte desde muy pequeña. Cuando cursaba transición (2. nivel) estuve en la selección de voley, jugamos contra Jardín (1. nivel), se nos bajo la net y acorto la cancha, recuerdo que nosotros ganamos, pero la monja le dio la copa a jardín para que no lloraran; después estuve en la selección de primaria, secundaria y selección de Piura. Estudié en el colegio Nuestra Señora del Lourdes fundado por las mismas monjas francesas de San Jose de Tarbes que llegaron a Venezuela a mitad del siglo XIX.
Luego cuando termine el colegio viaje a Lawton (Oklahoma) como estudiante de intercambio, allí aprendí a jugar tenis de campo, luego en Peru lo practique bastante y llegue a ser campeona de tenis en el Club Grau de Piura, Peru.
Vivo en Venezuela desde hace trece años, vine casada, sin embargo hoy gracias a Dios me mantengo soltera. Alvarito quien es mi único hijo nació en Venezuela, tiene 12 años y él desde pequeño me acompañaba a los cursos, es un niño con una capacidad de análisis de las situaciones bastante amlias, y con un corazón muy grande. Esta preparándose para impartir información sobre las bondades del grano de soya como un paliativo en la alimentación y enseñar a elaborar algunos productos con esta valiosa leguminosa. Desde los 9 años aprendió a deshuesar y rellenar aves.
Comencé a dar mis cursos en mi casa en San Diego una zona muy linda y campestre del Estado Carabobo, luego en sedes del Colegio de Ingenieros de distintos estados de Venezuela, Círculos militares, Auditorios, Hoteles de prestigio, Empresas, etc. Y por ahora me propongo recorrer las capitales del estado venezolano y de Perú.
Con el transcurso del tiempo he tenido el patrocinio de mis cursos de empresas de alimentos de gran trayectoria nacional como Mavesa, Cacique, Proagro con pollos y charcutería del Corral, Condimentos y salsas Iberia, Azucar Moltalban, Parmalat, Ron Santa Teresa, Electrolux, el patrocinio incluye el invitar a los cursos mediante avisos de prensa, obsequio a los participantes y un aval para los cursos y talleres que imparto.
Frecuentemente estoy redactando y escribiendo artículos de prensa relacionados con alimentos y su tecnología, historia de la gastronomía, recetas de cocina en diversas revistas y diarios regionales y nacionales tanto de Venezuela y Peru.
Se me conoce como Embajadora Gastronomita del Perú para el mundo, porque donde viajo estoy en contacto con personas de diferentes antecedentes, idiosincrasias; me encanta enseñar transmitir lo que he aprendido y sigo aprendiendo, aprender de los demás, es un feed back muy lindo ya que a pesar de las diferencias compartimos sentimientos, inquietudes, gustos, alegrías y muchas otras cosas similares.
Estoy en constante preparación generalmente en el Exterior y documentación bibliografiíta para dar lo mejor en los talleres y cursos que dicto; es por ello que los mismos están protegidos con Derechos de Autor de mi persona.

Me encanta vivir en San Diego, un pueblo tranquilo y fresco con montañas y riachuelos, amo la música de ABBA y Begees, Mozart, Strauss y Beethoven, no me gusta ni la salsa ni el merengue, también me gusta Mana, Montaner y José Luis Perales.
Creo en el Dios de la Biblia: Jehová –amador de Verdad y Justicia- y en su magnifico propósito de eliminar los problemas de este planeta y trasformarlo en un Paraíso.
Blanca Ugarte Quiroz C
Blanca Ugarte-Quiroz nació en Piura, ciudad costera del norte del Perú, ciudad donde predomina el desierto, cujíes y burros y en donde la cocina a base de pescados y mariscos representa la cumbre de la cocina Peruana.
Graduada de Ingeniero Industrial en la Universidad Nacional de Piura, solía encontrarme en la planta de frutas lácteos aprendiendo a elaborar mermeladas, helados, quesos, algorrobina (sirope hecho a base de la vaina del cují), fruta confitada, etc, y en la universidad vendía las mermeladas y turrones que elaboraba a mis profesores y amigos.
Mi papá se llama Walter, era jefe de la Policía de Investigaciones del Perú y un gran gourmet, él cuenta con 83 años, en mi casa se solía hacer reuniones y se recibía a amigos a comer. Mi padre amante de la cocina autóctona peruana tuvo además mucho aprecio por las cocinas extranjeras, debido a la diversidad de ss sabor y sazón. Recuerdo que como yo era su hija consentida porque me parecía a mi abuela Isolina; solía hacer la siesta con él y leíamos recetas de cocina, nos las imaginábamos y tratábamos de mejorarla; yo creo que estas vivencias influyeron en mí y en mi gusto y aprecio pos las diferentes culturas, costumbres e idiosincrasias de los diversos pueblos.
Mi mamá Amelia influyo en mí en el aspecto de ser dinámica y muy progresista. En mi casa de Perú hay una huerta y nunca se perdía la fruta; después de almuerzo se ponía a pelar y embolsar tamarindo, congelaba en almíbar los mangos y hacía dulce de guayaba para la casa y si había mucha producción para la venta.
En ese ambiente fui creciendo, empezando hacer mis pininos en el ambito de los platos sabrosos y hacer nuestros propios productos, siendo mi pasión transformar un insumo en otro.

Mi hermana mayor es Isolina Ingeniera con un doctorado en la Universidad de Budapest, Hungria. Vive allí y se dedica al protocolo internacional. Consuelo es economista y cuenta con un doctorado en Turismo, siempre dando su apoyo a los extraordinarios artesanos y orfebres que hay en Peru especialmente en Piura.
Gerardo mi único hermano varón vive en Venezuela es comerciante dedicado a la rama de comedores industriales. Melita mi hermana menor –un poco antipática-, se lanzó de alcaldesa, aunque no gano es una buena odontóloga.
Practique deporte desde muy pequeña. Cuando cursaba transición (2. nivel) estuve en la selección de voley, jugamos contra Jardín (1. nivel), se nos bajo la net y acorto la cancha, recuerdo que nosotros ganamos, pero la monja le dio la copa a jardín para que no lloraran; después estuve en la selección de primaria, secundaria y selección de Piura. Estudié en el colegio Nuestra Señora del Lourdes fundado por las mismas monjas francesas de San Jose de Tarbes que llegaron a Venezuela a mitad del siglo XIX.
Luego cuando termine el colegio viaje a Lawton (Oklahoma) como estudiante de intercambio, allí aprendí a jugar tenis de campo, luego en Peru lo practique bastante y llegue a ser campeona de tenis en el Club Grau de Piura, Peru.
Vivo en Venezuela desde hace trece años, vine casada, sin embargo hoy gracias a Dios me mantengo soltera. Alvarito quien es mi único hijo nació en Venezuela, tiene 12 años y él desde pequeño me acompañaba a los cursos, es un niño con una capacidad de análisis de las situaciones bastante amlias, y con un corazón muy grande. Esta preparándose para impartir información sobre las bondades del grano de soya como un paliativo en la alimentación y enseñar a elaborar algunos productos con esta valiosa leguminosa. Desde los 9 años aprendió a deshuesar y rellenar aves.
Comencé a dar mis cursos en mi casa en San Diego una zona muy linda y campestre del Estado Carabobo, luego en sedes del Colegio de Ingenieros de distintos estados de Venezuela, Círculos militares, Auditorios, Hoteles de prestigio, Empresas, etc. Y por ahora me propongo recorrer las capitales del estado venezolano y de Perú.
Con el transcurso del tiempo he tenido el patrocinio de mis cursos de empresas de alimentos de gran trayectoria nacional como Mavesa, Cacique, Proagro con pollos y charcutería del Corral, Condimentos y salsas Iberia, Azucar Moltalban, Parmalat, Ron Santa Teresa, Electrolux, el patrocinio incluye el invitar a los cursos mediante avisos de prensa, obsequio a los participantes y un aval para los cursos y talleres que imparto.
Frecuentemente estoy redactando y escribiendo artículos de prensa relacionados con alimentos y su tecnología, historia de la gastronomía, recetas de cocina en diversas revistas y diarios regionales y nacionales tanto de Venezuela y Peru.
Se me conoce como Embajadora Gastronomita del Perú para el mundo, porque donde viajo estoy en contacto con personas de diferentes antecedentes, idiosincrasias; me encanta enseñar transmitir lo que he aprendido y sigo aprendiendo, aprender de los demás, es un feed back muy lindo ya que a pesar de las diferencias compartimos sentimientos, inquietudes, gustos, alegrías y muchas otras cosas similares.
Estoy en constante preparación generalmente en el Exterior y documentación bibliografiíta para dar lo mejor en los talleres y cursos que dicto; es por ello que los mismos están protegidos con Derechos de Autor de mi persona.

Me encanta vivir en San Diego, un pueblo tranquilo y fresco con montañas y riachuelos, amo la música de ABBA y Begees, Mozart, Strauss y Beethoven, no me gusta ni la salsa ni el merengue, también me gusta Mana, Montaner y José Luis Perales.
Creo en el Dios de la Biblia: Jehová –amador de Verdad y Justicia- y en su magnifico propósito de eliminar los problemas de este planeta y trasformarlo en un Paraíso.
Blanca Ugarte Quiroz C.

Edición Número 4
Actualidad Gastrónomica







DEL INCA AL NIKKEI

XAVIER DOMINGO
Lima, una ciudad perpetuamente gris, donde nunca llueve y encerrada entre los Andes y el Pacifico, rezuma contaminación y miseria. Lima que, día a día y de poco a poco se está comiendo todo el Perú, piedras incaicas incluidas, mientras nace una nueva cultura, un nuevo Perú, una nueva música, la chicha entre la flauta de la cordillera y de los pastores de llamas y vicuñas, así como la brutalidad sensual de la salsa y una nueva cocina (mejor dicho, dos) la nikkei, mestizaje de cocina tradicional peruano-española y de cocina japonesa, así como el chifa, que es lo mismo, pero en este caso salido de la mezcla peruana y china.
* * *
Salíamos un jueves, ya tarde en la noche, del restaurante nikkeí del amigo Sato, en la Costanera -larguísimo y destartalado paseo marítimo que va de Lima al Callao- cuando por el centro podrido de la capital peruana, soldados y tanques escondidos por las esquinas cortaban la circulación nocturna de los vehículos, no muy fuerte a esa hora debido al toque de queda, avanzando hacia Palacio con la intención de asesinar al "chino", que ya se había escapado y en cinco minutos deshacía el complot militar más estúpido de la larga historia de golpes latinoamericanos y metía entre rejas a unos cuantos generales jubilados llenos de miedo de perder privilegios. Ya salían a la calle las primeras ediciones, de los tabloides populares cuando llegamos al hotel, al mismo tiempo que los tanques que se disponían a proteger el Palacio de Justicia, ubicado frente al Sheraton-Lima. "Nos querían matar al chino", clamaban con el grito escandaloso de grandes titulares con letras rojas, los representantes de la opinión más popular, la de los cholos que bajan de la sierra con la india de sombrero redondo, y el bebe eternamente cargado a la espalda
* * *
Si la cocina y su recorrido por la historia tienen un sentido, en el Perú el nikkei lo realiza plenamente. Ya existían restaurantes populares nikkei antes de la llegada del secreto y enigmático Alberto Fujimori al poder. Es decir, no se trata de una moda nueva debido al triunfo del ingeniero japonés sobre el hispánico Vargas Llosa, sino que a las mesas privadas y públicas, la cocina nikkei precede y abre las puertas a Fujimori y los los suyos, peruanos de ojos horizontales y sin una sola gota de sangre española. Arroz, pescado crudo, wasabi y soya se incorporan sin problemas al mundo fabuloso de las "papas" (unas 500 variedades) mientras en las "picanterías cusqueñas" la espumosa chicha de jora- acompaña tapas fushi. Un montón de personajes impávidos, quechuas y de muchas otras etnias que te miran con una semi sonrisa y de través, van devorando platillos de arroz y lenguado crudo, impregnado de limón y ají, picante como un demonio, y no sabes si les caes simpático o si, de un segundo al otro, se sacarán de debajo del poncho una chaveta para hincarla en tu pecho. El humo y el mal olor te ponen la piel de gallina. Salir de noche en Lima y regresar al hotel, es viajar al fondo de la humanidad,
La noche, en Lima, es de color olivo, todo invitando al sexo y al crimen, con la música chicha que llena las calles (mujeres de rostros indios, mínima expresión de falda, ojos negros como el pecado, labios rojos como estigmas) y el olor fuerte de sustancias picantes friéndose en aceite de ajonjolí, mientras te encaminas, junto con una muchedumbre de piojosos hacia el Mercado Central en busca del último cebiche y del primer Pisco Sour.
Dos días de viaje al Cuzco (ahora se llama Qosco que es más inca) al Valle de los Dioses y a Pisac donde la familia de un amigo me hará ver toda la hospitalidad peruana, ofreciéndome una fantástica "merienda de siembra" de unos 15 o 16 platos, entre ellos un famoso "cuy a la piedra". El cuy es ni más ni menos el conejillo de indias o cobayo, cocido entre dos piedras ardientes y aromatizado con un montón de hierbas de montaña, desconocidas entre nosotros, y el sempiterno ají bien picante. Es muy sabroso y como lo cocinan con cabeza y todo (el cerebro es la parte más delicada) resulta gracioso ver los dientes del animalito sonriendo a la concurrencia de una manera definitiva. La chicha de fresa (la fresa de los andes) y la de quínua, un cereal de alta montaña, frescas y hechas en casa, acompañan toda la merienda incaica. Acabado la cual subimos a un auto con el que vamos hacia donde pueda llegar un auto a 5 mil metros de altura. Un poco de mal de altura y un incidente con una estúpida llama, a la que debí darle un par de bofetadas cuando se preparaba a escupirme, nos hacen bajar en Pisac a beber unos mates de hojas de coca muy restauradores.
Son seis o siete hojas de coca frescas que se ponen en infusión en agua hirviendo. Tiene un gusto suave, es ligeramente euforizante y sobre todo tiene efectos digestivos muy positivos. Se compra libremente en los mercados y farmacias en donde la venden en bolsitas como las de té. Los médicos peruanos la recomiendan para calmar los nervios y para el asma y la gente la toma como si fuese maria luisa o camomilla.
La gran bebida peruana, aparte de la chicha, es el Pisco Sour. Ha de ser Pisco de calidad -del sur- bien batido con clara de huevo, hielo, y muy espumante. Al final un toque de canela en polvo es el toque que lo hace perfecto y sin más peligro que el de seguir bebiendo sin parar. Es interesante, asimismo, el poderoso afrodisiaco chuchuhuasi, hecho con la corteza de un árbol gigantesco de la selva amazónica del Perú, que se macera con Pisco. Tiene un gusto amargo, parecido al del Fernet Branca, se bebe después de una comida nikkei o chifa, o se toma regularmente como reconstituyente.
Me lo da a beber un genio culinario, el señor Javier Wong, que tiene un chifa en las afueras de Lima*, local cerrado, cuatro mesas y en un rincón del comedor, una cocina de gas. Único instrumental de cocina, una paella normal (no wok) un cuchillo, una cuchara grande. Prepara cinco o seis platos de pescado y verdura, (lenguados enormes y del día y diferentes legumbres locales y chinas) improvisa genialmente cosas deliciosas que va sirviendo a medida que las cocina. Lenguado, pulpo y calamar son sus pescados preferidos. Hay que ver a Wong, largo, delgado, con enormes ojeras y totalmente calvo, chino poético y sonriente, cortando cebolla, pimiento o pescado. Hay que ver las ingeniosas soluciones que encuentra para cocinar con tan poco y humilde instrumental y entonces te das cuenta de la inmensa paranoia de nuestros cocineros rodeados de hornos a vapor y de compensación para cocinar cuatro mierdas.
Yo quiero la sabiduría, la filosofía, la poética culinaria del amigo Wong, del que cada creación es una obra de arte basada en que es simple y es fácil, en la que está el gesto de hacer saltar lo que fríe en la paella, en la intuición clara de los aromas y los sabores (aquel estiradito de lenguado, adornado con trozos de pimiento, cebolla morada y aderezado con una ensaladita de maní tostado y que el gran Wong servirá, de ahora en adelante, con mi nombre** Una pequeña obra de arte creada y hecha en menos de dos minutos!)
Bernardo Roca Rey, periodista y gran teórico de la cocina peruana, me explica que el famoso cebiche no es un plato prehispánico, ya que antes no había limones. Los peruanos dicen que es pescado "cocido" en limón, cuando en realidad está crudo y macerado en limón. Pero, según Roca Rey, a la burguesía peruana le daba vergüenza confesar que comía pescado crudo y por eso dicen que el cebiche está "cocido": el nikkei (cocina simbólica ahora que manda un japonés) tenía que causarles complejos.
El nikkei, mezcla de antiguas cocinas inca y coloniales con la cocina japonesa, es más que una cocina. El nikkei ya es una manera de ser peruano, un estado de espíritu, una manera de ver el mundo, de la que, en lo humano Alberto Fujimori es la expresión política. Su mayor éxito ha sido el de acabar con el siniestro y batmánico Abimael Guzmán, arcaico aborto marxista sin cabida en un mundo abierto y moderno. Mientras tanto, sus esbirros-esclavos se rinden y caen por docenas cada día.
Entre el olor a muerte, el oscurantismo criminal senderista y el españolismo del señorito intelectual Vargas Llosa y familia, los peruanos han escogido el nikkei, un nuevo mestizaje, una nueva fusión de culturas que ya no se hace por el Atlántico y que es puramente del Pacífico. De culturas y de pueblos y de aquello que está en el fondo de las culturas y las sociedades: la cocina de cada día, la comida cotidiana. En el Perú, ahora, el nikkei y el chifa, cuando ya han desaparecido todos los restaurantes españoles del país (aún queda uno vasco en Lima y se anuncia su cierre) y cuando para las orejas de un cholo las palabras "angula" "cocido" "pata negra" o "manchego" son totalmente desconocidas, son perfectamente cotidianos los nombres de sushi, tempura, wantán, etc…
*En esto Xavier se equivocaba, porque el antiguo local de Wong al que alude quedaba en la calle los Brillantes, de Balconcillo, que por cierto ahora está en Enrique León García, en el mismo distrito, como podrá constatarlo en nuestra Guía de Restaurantes.
** En efecto, hay un plato que lleva el nombre de Xavier Domingo, aunque en el restaurante de Wong no existe una carta escrita.
 
Influencias extranjeras
en el arte culinario peruano
 
 
Cuando los españoles llegaron hasta el Perú y con ello se realizó el encuentro entre dos culturas desconocidas entre sí, –la indígena y la española–, muchos cambios surgieron en el desarrollo de los pueblos y uno de ellos se produjo en el aspecto culinario.

Con el tiempo, nuevos inmigrantes fueron llegando, y la fusión de recetas condimentos y el arte de cocinar entre una y otra nacionalidad fue creando a su vez una nueva, haciendo a la cocina peruana, una de las más variadas y exquisitas del mundo.

Francisco López de Jerez, cronista que acompañó a Francisco Pizarro, en su relato "Verdadera relación de la consquista del Perú", escribió que "...los indios comen carne y pescado crudos". Era su percepción de lo que veía comer a los Incas.

Luego se fue iniciando la influencia extranjera en la preparación de los platos peruanos de aquella época. Por ejemplo, la preparación del ceviche no tiene precisamente influencia española, pero sí de las blancas esclavas "moriscas", descendientes de musulmanes, que éstos trajeron cautivas de sus incursiones por el norte del Africa.

Una de las deducciones proviene de la palabra "Silbech", que quiere decir "comida ácida". Estas esclavas, preparaban el ceviche con naranja ácida. Más tarde se cambió por el limón. A ellas también se debe la preparación del "escabeche", las "empanadas" y dulces como los "alfajores" y el "turrón", entre otros.

Y al igual que estas esclavas "moriscas", también llegaron esclavos negros, quienes les servían para las labores domésticas y agrícola-ganaderas en los grandes latifundios de la costa.

La Cultura Negra, ha tenido una gran infuencia en el arte culinario de gran parte de las Américas e Islas centroamericanas, luego de su llegada al Nuevo Mundo. Tal como sucede con todo aquel que emigra a tierras lejanas; ellos optaron por tratar de preparar gran parte de sus manjares con los nuevos productos que encontraron. Eran sabores que su paladar no había olvidado y que añoraban con gran ansiedad.

Nadie podrá negar que por ejemplo, todos aquellos que hemos emigrado hacia otras latitudes, dependiendo del lugar donde hallamos nacido, sentimos cierta nostalgia por los platos típicos a los que estábamos acostumbrados. Así, el negro esclavo contribuyó, con su color, sabor y ritmo, a cambiar el arte culinario americano, al que en una simbiosis paulatina, se fue asimilando.

Sus platos, generalmente eran bien condimentados, a base de tubérculos, pastas de cereales y algunas frutas como el plátano. No podía faltar la caña de azúcar y la gran variedad de dulces que preparaban; como cocineros de la clase privilegiada de aquellas épocas coloniales y también como primigenios ambulantes de antiguas calles limeñas. Estos, en la preparación de sus comidas, introdujeron el uso del corazón para los "anticuchos", la sangre del pollo para la "sangrecita", el mondongo para el "cau-cau"; las tripas para el "choncholí"; los pulmones para la "chanfainita"; aparte de otros platos más refinados como la papa seca para la "carapulcra" y el arroz con frejoles para el "tacu-tacu", que se sirve, con un buen bisté de carne y abundante salsa de cebolla.

La influencia africana, fue notable en nuestra cocina. Uno de sus platos denominado "Morusa", es una especie de puré de pallares iqueño, con mucho ajo, lonjas de chancho, tocino y algo de cebolla. Es muy posible que la palabra sea una contribución negra. "Bufo", es otro plato que los iqueños creen que es una  herencia africana. En otras ciudades como Nazca, se le conoce con el nombre de "Charapana". Se prepara con cabeza del carnero, lonjas de chancho, mondongo, maíz pelado, zapallo, papas, habas y perejil; que se acompaña con arroz y yucas sancochadas.

Según, Xavier Domingo, es propia de la raza negra o por lo menos se identifica con ella, la combinación de camote dulce con chicharrones y relleno (morcilla). Igualmente, su combinación del camote dulce y la carne de chancho que dio paso a los “Adobos”.

En cuanto a los postres, nos entregaron el sabroso "frejol colado" de Chincha; dulce de frejoles canarios o negros, que después de cocidos se pasan por colador, se aderezan con canela, clavo, azúcar, leche y al momento de servir se espolvorean con algo de ajonjolí. La “Chapana”, que se preparaba de una masa de yuca con miel de caña o azúcar rubia, canela, clavo y pasas, envuelta en hojas de plátano, que se comía en Chincha y que en Ica, tenía un pariente de nombre “Quitusco”, para cuya preparación, en vez de hojas de plátano, se usaba hojas de maíz.

El pastelillo, preparado con pasta de yuca molida frita, previamente rellena de dulce de camote, a la que se espolvorea azúcar impalpable antes de servir. Parece ser que de éste se derivó luego el "Churro”. El turrón de Doña Pepa, degustado como manjar principal durante el mes de octubre, época en que se venera al Señor de los Milagros.

Tenemos también el sanguito, que tiene mucha similitud al mofundi africano y el “Champú de agrio”, que se prepara con huanábana, piña, mote y harina de maíz.

Los negros también tenían preferencia por cierto tipo de bebidas que ellos mismos preparaban, como el “Guarapo”, que según los historiadores, era producido con residuos del jugo de la caña dulce; que se preparaba en dos formas: dulce y fermentado o “achichadito”. El “Chinchiví”, era tomado por la comunidad negra, preparado a base de chicha de jora con nuez moscada, jengibre o kión, clavo de olor, canela y flores de clavel o sauco, del que hay un Festejo con el mismo nombre en el pentagrama musical . Fue prohibido por sus efectos fuertes.

Una canción negra, nos ofrece la receta de la "Tutuma", una combinación de vino con aguardiente; bebida que usualmente se invita durante las festividades en honor a la Virgen del Carmen, que se celebra el 16 de julio, en el pueblo chinchano del mismo nombre.

La inmigración china comenzó alrededor de 1849 y para nadie es secreto que su influencia ha llevado a que los mejores "chifas" del mundo, estén en el Perú. Un "arroz chaufa" o una "sopa wantán", nunca faltan en el menú peruano. El "barrio chino", ubicado en la calle Capón", en el centro de Lima, es la zona donde existe la mayor cantidad de este tipo de locales, aparte de otros diseminados en toda la capital peruana. Ello, producto de su agradable sazón.

Los italianos por su parte, llegaron poco después de los españoles e introdujeron en el ya numeroso menú de la cocina peruana, los "tallarines en salsa roja", que podían ser con pollo o carne. En nuestra casa, no faltaba un plato de estos, sobre todo los días domingo. Y el tallarín "verde" o con albahaca y su respectivo "apanado".

Como sopa, nos entregaron su sabroso "menestrón" y para las entradas nos enseñaron a comer el "Muciame", que era un lomo salado de delfín, que lo saboreábamos mucho donde Santiago Queirolo en Pueblo Libre. El "pastel de acelga", hacían uno sabroso en una pastelería del Jr. Camaná si mal no recordamos; donde también preparaban un delicioso "chilcano" de cabeza de pescado y unas riquísmas empanadas.

Hay otras culturas como la Japonesa, que en el Perú dio lugar a la cocina "nikkei", que también aportó a la innovación o incremento del arte culinario peruano aun cuando en menor escala, lo cual no desmerece la calidad de su propia y diferente sazón.  (LARS).
 








La Cocina Peruana, fruto de un doloroso mestizaje y aportes de culturas como la japonesa, africana, china, árabe, entre otras, representa una de las más variadas, completas y exquisitas del mundo. Es pues, patrimonio de todos los peruanos y por tanto motivo suficiente de orgullo, que refleja nuestra identidad, cultura, tradiciones, nuestro modo de vida, como también de nuestra historia.
Esta expresión se ve enriquecida por las ventajas que nos ha proporcionado la naturaleza que ha concentrado el 84% de la biodiversidad del planeta en nuestras diferentes gamas de regiones naturales.
“Nuestros platillos, postres y bebidas son diversos y riquísimos tanto en sabores como en variedad y engalanan nuestras mesas en costa, sierra y selva”, pero:


¿Qué pasa en nuestro país con la promoción de nuestra gastronomía?

Para respondernos a esta natural inquietud decidimos entrevistar a la peruana, socióloga, comunicadora, investigadora y dueña del restaurante “El Señorío de Sulco”, Isabel Álvarez Novoa quien desde hace más de quince años ha venido llevando una labor encomiable de investigación y promoción de nuestra identidad a través de la cocina en ensayos como “Huellas y Sabores del Perú” y “El Corregidor Mejía: Cocina y memoria del alma limeña” y a través de diversos países de Latinoamérica y muchos otros del mundo.

"Lo exótico y hasta ahora no explotado de la comida amazónica, las comidas con productos alto andinos, la cocina de la costa, representan expresiones únicas en su género dignos de ser productos altamente cotizados”
(Lic. Isabel Alvarez)
Isabel Alvarez

COCINANDO LAS PROPUESTAS
Existe dos grandes instancias de ver nuestra cocina como propuesta de internacionalización gastronómica, afirma Isabel Álvarez, como una reproducción como tal, pero sin variar la esencia de las comidas; o empezando a crear una imagen interna y sólida de la calidad y variedad de nuestra cocina.
“Haciendo que el extranjero venga a nuestro país no sólo en busca de nuestras ruinas sino también de nuestra cocina como parte fundamental de nuestra expresión, de nuestra cultura, que está envuelta en una sería de mitos, creencias y tradiciones; presentando una oferta turística con visión integral”.
Con tal fin el desarrollo de las cocinas regionales es imprescindible; antes que nada nuestra cocina debe ser respetada y aceptada para que sea difundida y puesta en valor. Debe desarrollarse una política de educación desde los colegios, escuelas, universidades, para que los insumos que han servido de sostenimiento de las culturas prehispánicas formen parte de la dieta normal de la población.
En la medida de lo posible, el gobierno podría financiar o conseguir becas para que los jóvenes peruanos con gusto por la cocina, estudien en el extranjero con el compromiso de llevar a cabo la investigación de las propuestas gastronómicas de cada región, de tal manera que puedan desarrollarlas y rescatar lo mejor de cada una de ellas. La cocina regional y el entorno cultural que la rodea deben ser presentados como una sola propuesta (como lo que es). Sería muy buena acción la promoción de los chef hacia el interior del país con la finalidad de que formen parte activa del desarrollo gastronómico de estas regiones.

es fundamental una estandarización de los servicios con el fin de que cuenten con normas sobre las condiciones de limpieza; que el consumidor sepa que aquellos restaurantes aprobados cuentan con normas de salubridad y que los productos son de primera calidad.

AFINANDO ESTRATEGIAS

Resulta a veces duro dar cara a la realidad de las cosas y ver que falta mucho por hacer pero debemos empezar cuanto antes y darle vuelta a la globalización que pretende la masificación de los gustos. Si bien es cierto nuestra oferta no es para las masas por la limitada producción de nuestros insumos, podemos crear toda una estrategia de diferenciación; que productos como el pisco exploten su cualidad de exclusividad ya que a diferencia del “pisco chileno”, que es producido en grandes cantidades; el nuestro es puro, producido en mostos calientes sin rectificación, no es aguado con la finalidad de bajar su grado alcohólico como sí lo es el del país del sur.
Nuestras infinidades de tipos de papas, lo exótico y hasta ahora no explotado de la comida amazónica, las comidas con productos alto andinos, la cocina de la costa, representan expresiones únicas en su género dignos de ser productos altamente cotizados.
Se deben trabajar en diversas instancias empezando por los Gobienos Regionales que junto con las empresas privadas y todos los peruanos en general, desarrollen este proyecto de valoración de lo nuestro:
“El imaginario de las comidas regionales la enriquece, es parte de un intangible que debemos saber vender, aquellos mitos y creencias debemos recuperarlos y difundirlos; para que el extranjero que vaya a ver un monumento tenga al costado un sitio sencillo con una mesa bien puesta con un manto artesanal, un plato de cerámica, una pared pintada por un chico de Bellas Artes, que los olleros vendan sus productos, que los mismos lugareños sean protagonistas y dueños de su destino ”

CONCLUSIÓN

La difusión de nuestra cocina es labor de todos. Pero para sacarla adelante se necesita de políticas de promoción de nuestra cultura: Una consideración y revisión de las políticas tributarias y una fuerte campaña de marketing, que con el tiempo devolverá réditos necesarios y dignos de consideración.
Esta propuesta es, además, fuente de trabajo para peruanos de todas las partes del país que pueden vender lo maravilloso de su cultura y a veces poco conocido, hasta por nosotros mismos.
Para terminar es necesarioque hagamos todo lo posible para que nuestra cultura no quede en el olvido y si bien es cierto contamos con platos como el cebiche, la papa a la huancaína, el lomo saltado, los chupes, las sopas, los anticuchos, chicharrones, pachamancas, pescados, bebidas, postres (en fin, la lista sería interminable); quedan aun una infinidad de posibilidades y combinaciones hasta ahora poco conocidas por explotar.
HISTORIA DE LA INMIGRACION CHINA

INTRODUCCION
    Al iniciarse el año de 1849, la ciudad de Lima vivía sobresaltada con los debates parlamentarios sobre el derecho de sufragio para los indios y la defensa de los derechos de los jornaleros.  Bartolomé Herrera y Pedro Gálvez (hermano de José) encarnaban la polémica.  Algo similar sucedía con las ideas de dos centros de estudios: el Convictorio de San Carlos y el Colegio Guadalupe, fundado en 1841, por Domingo Elías, hombre próspero, considerado como el más alto productor de algodón en el país y con intereses en la industrialización de vinos en las haciendas iqueñas y azucareras del norte.
    Fue este empresario, asociado con otro hombre de negocios, - Juan Rodríguez – quienes embarcaron 75 chinos en la barca danesa “Frederick Wilhem”, y llegaron al puerto de El Callao el 15 de octubre de 1849.
    A los pocos días, el Congreso promulgó – el 17 de noviembre- la ley general de inmigración, obedeciendo “al grado de postración de la agricultura del país por la falta de brazos”, y ofreciendo una prima de treinta pesos a todo introductor de colonos extranjeros.  Elías y Rodríguez lograron la exclusividad por cuatro años para la importación de chinos con destino a las haciendas de Lima y La Libertad y el pago correspondiente por los 75 chinos que ya se encontraban en el país.
CHINO MACACO
    El humor popular calificó a esta norma como la “ley chinesca” y los chinos eran llamados burlonamente como “macacos”, porque provenían del puerto de Macao, y “coolí”, sin advertir que la palabra proviene del idioma hindú y que significa “trabajador golondrino”.
    Esta primera experiencia trajo consecuencias inmediatas: según datos del ministro de Gobierno, José Manuel Tirado, desde febrero de 1850 hasta julio de 1853, fueron introducidos en el Perú 3,932 colonos, de los cuales, 2,516 fueron chinos.
    El gobierno peruano puso atención en el fenómeno de la inmigración y a que había realizado el primer contrato de conversión y de consolidación de la deuda externa, basado en el guano de las islas como hipoteca.  Hacia allá fueron a parar las primeras hornadas de trabajadores chinos.
    Los coolíes venían al Perú traídos por contrato.  Primero tenía una vigencia de cinco años y luego se extendió hasta ocho.  Ganaban mensualmente cuatro pesos fuertes o soles y podían ser vendidos a otro dueño a un precio promedio entre 300 y 400 pesos por cada uno.  Cuando concluía su contrato la policía les confería un “Boleto de asiático libre” que debía ser refrendado por el intendente de turno.
    Pero el maltrato, malas condiciones de vida y tráfico ilegal de coolíes tuvo que ser reprimido por el Congreso y el 6 de marzo de 1856, se prohibió la importación de chinos.  Pero no duró mucho, cinco años después, el 14 de marzo de 1861, se volvió a permitir, a pesar que el gobierno de Ramón Castilla vetó la norma.  Sin embargo, durante el período 1853 – 1861 se continuaron expediendo permisos especiales para seguir trayendo coolíes.
    Cuenta Jorge Basadre que “...a pesar de esfuerzos aislados, el porcentaje de mortalidad en la travesía era alto (se ha calculado que en algunos años pasó del 50%) y al llegar los cargamentos humanos al Callao, se producía una inspección oficial y a los que no tenía contrato, se les alineaba en la cubierta para ponerlos a disposición de los interesados; en los periódicos solían aparecer, además, avisos ofreciendo chinos”.
    Mientras tanto, el gobierno de Manuel Balta, aceptaba el 20 de abril de 1868, la propuesta del norteamericano Enrique Meiggs para construir los ferrocarriles de Callao – La Oroya y Arequipa – Puno.  Reinciado el tráfico en gran escala los coolíes tuvieron pronto un nuevo destino: se estima que Meiggs empleó de inmediato más de cinco mil chinos en forma simultánea en las líneas férreas.
    Luego de varios incidentes sobre maltratos sucedidos en aguas internacionales y que comprometió la diplomacia peruana, el gobierno de Manuel Pardo dictó tres normas en 1873 que otorgaban el descanso dominical a los coolíes, la jornada de trabajo con la posibilidad del beneficio de las horas extras y se establecía el registro de asiáticos en la prefectura del Callao, con amplias funciones de tutela y supervigilancia, inclusive estaba obligada a repatriar a los chinos que, una vez terminados sus contratos, querían regresar a sus tierras.  Lamentablemente, no se estableció un registro riguroso de entrada y salida.
    Estos hechos ayudaron para que el 26 de junio de 1874, se firme en Tientsin, el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre Perú y China, que entró en vigencia a partir de marzo de 1876, luego de las ratificaciones en ambos países.  Algunos años después, en junio de 1884, el gobierno chino envía a su primer diplomático: el Ministro Consejero Zheng Chaoru, perteneciente a la Dinastía Qing.
EL CHINO DE LA ESQUINA
    Pero los coolíes no se resignaron a sus propias calamidades.  Los que trabajaban en las haciendas y campos de cultivo, enseñaron generosamente los modos y sistemas para el cultivo del arroz, el sembrío planificado y los tiempo de la cosecha.  En el Perú el sembrado de arroz se realizaba sin criterio y desperdigando los granos por el campo.  A partir de la experiencia china, el arroz se convirtió en un ingrediente básico de la dieta alimenticia peruana y uno de los principales soportes del agro nacional.
    El problema del lenguaje se constituyo en una rémora fatal.  A pesar de ello, el carácter metódico y su gran capacidad de trabajo hicieron que los patrones confíen en los más ingeniosos y depositen en ellos la responsabilidad de los “tambitos” de las haciendas.  Así, el afortunado coolí que atendía las raciones y la despensa de sus paisanos, estableció su pequeña bodega en el pueblo más cercano, una vez concluído su contrato.
    Con el tiempo, los chinos caminaron hacia las ciudades y a la luz de ese fenómeno, Lima –la metrópoli más importante- se vio invadida por el popular “chino de la esquina”, estableciéndose en pequeñas bodegas para la venta de abarrotes.
    Entretanto las haciendas azucareras también conocieron de la pujanza china.  La producción azucarera mostró un sorprendente crecimiento en poquísimos años: en 1871 la producción fue de 4,500 toneladas y en 1877 alcanzó las 63,370 toneladas.  El Ministro Juan Elguera en su Memoria al Congreso de 1876 reconocía: “La exportación del azúcar se ha duplicado en cuatro años... sin contar con el guano, la exportación peruana excede hoy los cuarenta millones de soles, dos terceras partes de los cuales están representadas por el salitre y los azúcares”.
LA CALLE DEL CAPON
    Haciendo gala de sus habilidades innatas, el chino buscó dos tipos de contacto: la cocina, del cual el hombre es tradicionalmente muy hábil, y el comercio.  En su búsqueda de un centro de abastos, en la Lima de principios de siglo, llegó hasta el mercado central, lugar donde se beneficiaban  los animales que se vendían al por mayor y al menudeo.
    En la calle lateral (hoy conocida como Jirón Ucayali, cuadra 7) los carniceros capaban a los animales para comercializarlos, por lo que el pueblo la apodó como “la calle capón”.
    A una cuadra de distancia (jirones Ayacucho con Ucayali) había un solar de propiedad de Luis Otaiza, quien la alquiló al primer grupo de chinos que buscaban establecerse en el lugar.
    Dicen que el callejón Otaiza fue habitado por tal número de coolíes que las condiciones de pobreza y hacinamiento hicieron que cuando Guillermo Billinghurst llegó a la alcaldía de la ciudad (1909) uno de sus primeros actos fue mandarla destruír.  Los chinos, como respuesta, se ubicaron en las calles aledañas y se esparcieron entre viviendas y pequeños comercios, dando origen al conocido “Barrio Chino”.
    El problema del lenguaje también aportó lo suyo: el 90% de los coolíes venían de la provincia de Cantón, por lo que la fonética les hizo una mala pasada con la confusión “capón-cantón”.  Así nació la Calle Capón y muchos años después, la Colonia obsequió la “Portada China”, bajo la alcaldía de Eduardo Dibós Champpuis, quien la inauguró el 12 de noviembre de 1971.
ORGANIZACIÓN CHINA
    La guerra con Chile también trajo consecuencias palpables para la población china en el Perú, a pesar de que el gobierno peruano había celebrado un contrato con la empresa norteamericana Oliphant en Hong Kong, para establecer rutas comerciales por barco.  Tuvo que concluír la Guerra del Pacífico para que la primera legación china se decidiera a venir.
    Hacia 1882 caducaron los últimos contratos de trabajo y los coolíes lograron su libertad.  Desaparecidos los trabajos forzados y las penurias del maltrato, los chinos comenzaron una organización propia.  Dos años después (8 de febrero de 1884) se funda la Sociedad Central de Beneficiencia China para socorrer a sus paisanos que se quedaron sin trabajo y enfermos, entre ellos a muchos chinos que terminaron ciegos, al contraer distintas enfermedades a los ojos en las haciendas.
    Por otro lado, los chinos migrantes siempre se han organizado en sociedades regionales llamadas Wuy Qun, Que servían para la ayuda mutua entre los paisanos.  En Lima se establecieron de acuerdo a su lugar de origen, destacando como las más sólidas: Chung Shan, Tong Sing, Cu Con Chau y Pun Yui.  En el Callao se congregó la Sociedad Tong Sheng.
    La Sociedad Chung Shan reunió a los cantoneses; la Sociedad Tong Sing, sin importar lugar de procedencia agrupó a los Hakkas (etnia Han que se desplegó básicamente por el sur chino).  La Sociedad Cu Con Chau integró a los originarios de Um Yap; y la Sociedad Pun Yui, aglutinó a los chinos de la ciudad de Guang Zhou.
¿UN CHIFITA?
    El alemán Ernst Middendorf, detalla en un libro sobre el Perú que cuando realizaba un viaje por las provincias del norte durante la primera década del siglo, “sólo pude encontrar comida, muy bien preparada, en una fonda china.  Los chinos, son la providencia de quienes viajan por el interior del país”.
    Es que la buena cocina de los chinos se había extendido por calles y plazas.  Primero se originaron las fondas, luego los restaurantes pequeños y de allí la palabra “chifa” se abrió paso como una mixtura entre la comida china y el lugar donde se servía.  En la actualidad, se estima que existen más de dos mil chifas debidamente instalados en todo el país.
    Pero no sólo la comida china se abrió paso en la sociedad peruana, el campo de los negocios también sintió la influencia de la pujanza oriental.  Desde los primero años del siglo los chinos que habían logrado establecer un negocio en el interior del país lograron emigrar hacia la ciudad en su condición de comerciante mayorista.
Los más osados abrieron importadoras de arroz, té, sedas, porcelana, alfombras, losa y cohetes que traían desde la China.  En 1897 encontramos la firma Pow Fong y Cía., y en 1910, abrieron Cheng Hop, Pow Lung, Pow Cheong, Kuen Chong Lay y otras.
    Además del comercio, quienes vinieron a nuestro país como coolíes y luego se convirtieron en una gran colonia a través de las siguientes generaciones bajo el nombre de “tusan”, han introducido valores como la lealtad, el trabajo, la constancia y el estudio.  Pero quizás lo más importante ha sido una total integración con la comunidad peruana a través de lazos efectivos consolidados con el paso de los años.
PERFILES CHINOS
    Cálculos primeros afirman que en la actualidad viven en el Perú más de un millón de tusanes hasta la quinta generación, que dominan el español, cantonés, mandarín e inglés.  En los últimos diz años, han llegado al Perú un promedio de 15 mil chinos.
    Sólo en Lima se estima que residen 600 mil habitantes ubicados mayormente en San Borja, Pueblo Libre, La Victoria (Balconcillo y Santa Catalina), Jesús María, Lince, Barrios Altos (Barrio Chino), San Martín de Porres y Los Olivos.
    En El Callao se concentran preferentemente en el Callao histórico, La Perla y Bellavista y bordean las cinco mil personas.
    Las principales provincias chinas de procedencia son: Hong Kong, Guandong (Cantón), Shanghai, Beijing (Pekín), Harbin, Tianjin, Sichuán, Macao y Shangdon.
 
EMIGRACION CHINA 1849 – 1874 (*)
 
 
Año
 Número de Chinos
Año
Número de Chinos
Año
Número de Chinos
1849
75
1859
321
1867
2400
1850
1465
1860
2098
1868
4387
1851
1163
1861
1860
1869
4876
1852
1350
1862
1716
1870
12343
1853
2070
1863
3738
1871
11377
1854
1233
1864
7010
1872
13809
1857
450
1865
4794
1873
6709
1858
300
1866
6543
1874
3939
(*) Jorge Basadre en “Historia de la República del Perú” recoge estas cifras de Eugenio Chang Rodríguez que las publicó en “Chinese Labor Migration into Latin Amarica in the Nineteen Century” y que las tomó a su vez de “International Migrations” de Imré Ferenczi y de “Two Years in Perú” por Thomas J. Hutchinson.
CHINOS DE ULTRAMAR
    Una vieja sentencia china dice que: “dónde hay agua marina, encontrarás chinos”.  Trata de explicar la forma en que millares de chinos tuvieron que huir de la pobreza desde 1820, aproximadamente, a mitad de la dinastía Ch´ing.  Al parecer la idea era subirse a un navío y emigrar hacia donde lo lleve el viento y las olas.
    Este sistema llevó a los habitantes de Fukien al sudeste asiático y a los de Cantón y a los hakkas, hacia el continente americano, Europa, Africa y Oceanía.
    La preponderancia de Fukien y Cantón se explica porque fueron los puertos que lograron cierto desarrollo gracias al contacto que tenían con los extranjeros que abrigaban a sus tierras y porque hasta la guerra de resistencia contra Japón, el mapa político de china tuvo especiales dificultades en la zona sureña.
    En esta ola migratoria el sudeste asiático cobró gran importancia a través de los años: según datos de la Comisión de Chinos de Ultamar, viven allí unos 27 millones de chinos, lo que representa el 90% de la población china en el resto del mundo.
    El desarrollo del siglo XX y la abolición de la esclavitud, significaron para los chinos una posibilidad laboral inmediata en plantaciones de caucho, té o azúcar del sudeste asiático, caminos en América y minas de oro en Australia y Sudáfrica.  La Europa de entonces también reclutó a miles de chinos para que trabajen tras los frentes de batalla en la Primera Gran Guerra.
    Las cifras son contundentes: de 1881 a 1915 se enviaron 770 mil trabajadores chinos a Singapur y Penang en Malasia; de 1904 a 1910 fueron más de 50 mil a Sudáfrica, y en 1916 – 1917 se enviaron 230 mil trabajadores chinos para ayudar a los aliados.  Cuando en la década del 30, se prohibió la masiva exportación de chinos, los datos arrojaron la cifra de cinco millones de coolíes.
    Pero los chinos no fueron ingratos con su tierra madre.  Muchos de ellos volvieron a China para invertir en la industria local y ayudar en el desarrollo de su pueblo.  Varias líneas de ferrocarriles, por ejemplo, fueron financiados por chinos de ultramar: Chang Hung-nan. Residente en Malasia financió la linea Chaochow- Swatow y el residente americano Ch´en Hsuan- hsi, la línea Hsin – ning.
    En la actualidad los “nuevos chinos de ultramar” prefieren llamarse así porque sus motivos de emigración son totalmente diferentes.  Los distingue un gran aprecio por la educación y el trabajo a tal punto que han logrado tomar el pulso económico en muchos de los países en donde se han instalado.  Lin Shao-liang – por citar un caso – es el chino más rico del mundo y lo ha logrado desde Indonesia.
VICARIA CHINA
    En los años cincuenta llegó al Perú el padre Horacio Ferruccio Ceol – un franciscano italiano que había estado 19 años en la China – y fue fundamental para la comunidad católica China: fundó el Colegio Juan XXIII y organizó los primero pasos de la Vicaría.
    Tras su huella andaba otro sacerdote italiano de la misma orden franciscana, Adriano Pacífico Tomasi.  Tomó la posta en 1983 y pronto surgió la inquietud de darle un lugar de culto y oraci´n a los miembros de la Vicaría, hasta entonces realizaban los oficios en la Capilla de la O. de la Iglesia San Pedro, en el centro limeño.
    Luego de mucho esfuerzo lograron plasmar un hermoso recinto, mezcla de ornamentos chinos con simbología católica.  Convocaron el concurso de varios tusanes: el ingeniero Rudy Wong y el arquitecto Kuoway Ruiz para el diseño y construcción, la artista Sonia Lau para el mural de fondo de la nave mayor y del urbanista Hector Cuyo, quien trabajó la estructura del mobiliario.
    El 7 de diciembre de 1992 se coronó el esfuerzo con un imponente templo que se ha convertido en el más hermoso del Perú, en su género, y uno de los pocos en el mundo que utilizan este tipo de diseño respetando formas originales cristianas y milenarias chinas.
PRENSA CHINA
    Ante la necesidad de mantenerse informados con un lenguaje mucho mas accesible hicieron su aparicion publicaciones en idioma chino y castellano como los siguientes:
    Revista Oriental
    Man Shing Po: "Diario del Pueblo"
    Chiao Pao: "Diario de los chinos de ultramar"
    Ko Yieng Pao (Sòlo en idioma chino)
 
COMISION DE LA ASOCIACION PERUANO CHINA
    La Asociación de Damas de la Colonia China en el Perú,
    Asociación Médica de la Colonia China,
    Asociación Promotora Cep Juan XXIII,
    Asociación Promotora Cep diez de Octubre,
    Asociación Tusan,
    Asociación Wha Yoi (Chimbote),
    Centro Cultural Peruano Chino,
    Asociación de Recuperación del Barrio Chino,
    Chang Ling Club (Chepén),
    Club Lin Yi,
    Tayouk Club, etc.
PUBLICADO EN LA REVISTA ORIENTAL
Escrito por Tito Barrera

Información sobre Peru

EL ARTE ANTIGUO DE LA COCINA PERUANA
La comida y su significado espécifico juegan un papel muy importante en la cultura e historia peruana . Las leyendas de las culturas indígenas hacen resaltar los productos alimentícios que en aquella época eran los más importantes -en especial el maíz y las papas, los que hasta la actualidad se utilizan con mucha frecuencia. Muchos visitantes del Perú se admiran de la variedad de potajes que se preparan con las papas. Al mismo tiempo –la diversidad climática y geográfica peruana obsequia, - una sierra fria, una selva húmeda y caliente, una costa seca y unas aguas ricas en pescado- a este país sudamericano la mayor cantidad y diversidad de potajes de todo el continente. En las culturas precolombinas, a los muertos se les enterraban junto con ciertos alimentos, para el viaje a la otra vida. En esa época y hasta ahora la comida se basaba de tres elementos principales: la papa, el maíz y ají.
El Aji lo hay en diferentes variedades y como condimentos para la sopa, pescado y casi para todo. Es el único de los tres elementos, que se utiliza de igual manera en las tres regiones.. En la costa en donde se come mucho el pescado, se preparan por lo general salsas con ají o cebolas que se agregan al potaje principal o viene en pequeños platos para que uno mismo se pueda servir. En la selva se cocina en general no tan picante, sin embargo los indios del amazonas utilizan salsas bien picantes para comer con la yuca. En la sierra se desarrolló el condimentar picante como un verdadero arte. En la mesa encontrará platos que contienen diversos tipos de salsas picantes, preparadas con determinados tipos de ajíes. Empieza con un picante ligero que un paladar suave lo puede tolerar y termina con una salsa roja "ají rocoto" repicante, que con su color rojo „rojo vivo“ no sólo es extraordinariamente decorativo, sino que sirve de señal de „cuidado“. El ají se usa frecuentemente para condimentar los platos más típicos en el Perú.
La Papa : En el Perú hay mas de 200 clases de papas, con las que se preparan casi la misma cantidad de platos. Quien cree que las papas vienen de Irlanda, se equivoca –estas fueron llevadas de los andes peruanos a europa y hasta ahora importamos de Sudamérica diferentes clases de este tuberculo. Las papas son casi indispensables en los diversos platos de la cocina andina. Estas tambié se sirven solas. La Ocopa, contiene papas cocidas, las que se parten en rodajas y se bañan con una salsa de maní y se adornan con huevos duros, aceitunas negras y lechugas. Parecido en su apariencia pero, de sabor completamente distinto es la papa a la huancaina, una salsa picante con queso y ají amarillo.
El Maiz; la planta sagrada en la época precolombina. Los hay en diferentes colores y formas como las papas. El maíz no sólo servía de aliemento sino también como unidad de pago en el comercio del trueque. Del maíz morado se prepara la exquisita chicha morada , como también la mazamorra morada. Otra variante es la chicha de jora, una bebida hecha de maíz fermentado, algo espeso, se puede decir que es la cerveza de los andes. En algunos lugares de la sierra se bebe durante la siembra y durante las fiestas de cosecha se bendice la tierra con ell. Entre los granos, el maíz fue el que mejor sobrevivió durante la conquista española. Otros granos como la Kiwicha y la Quinoa (ambas especies de amaranto) fueron prohibidas por la iglesia católica y por cientos de años desaparecieron de la cocina peruana. Hace algunos años volvieron a reaparecer. Antes de su prohibición la Kiwicha y la Quinoa no sólo se utilizaban para preparan platos de alto contenido protéicos, sino que también se utilizaban para platos ceremoniales.
En estracto de APA Guides Peru




  

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Un edén para el paladar


Los conquistadores españoles estaban obsesionados con el oro de los Incas. Pero de regreso a España se llevaron un botín mucho más valioso: papas, ajíes picantes y maíz. Si bien éstos son sus componentes básicos, la cocina peruana utiliza una gama de ingre-dientes que refleja la diversidad geográfica de la nación, como también las múltiples inmigraciones que la componen. Lo que comenzó como el alimento de los indios en la antigüedad, ha sido refinado con la incorporación de carne vacuna y cabrito, herencia de los españoles, e influenciado por gustos de los esclavos africanos. En el siglo XIX, comenzaron a llegar trabajadores chinos contratados para realizar tareas de tendido del ferrocarril y así se incorporó una nueva capa a la pirámide culinaria. Un siglo más tarde, fueron inmigrantes japoneses quienes aportaron su cultura alimenticia a la gastronomía peruana.

“Ha habido un choque de paladares en el Perú y las generaciones sucesivas se han visto beneficiadas por esto”, observa Tony Custer, autor de El Arte de la Cocina Peruana, un libro de cocina e historia gastronómica cuyas utilidades son destinadas a beneficio de programas para estudiantes pobres y con problemas de aprendizaje en Lima. Y aún después de siglos y culturas extintas, las papas, el maíz y los ajíes picantes siguen siendo los componentes principales de lo que es probablemente una de las cocinas más condimentadas del continente.

Los españoles quedaron fascinados con las papas, que llevaron a Europa en el siglo XVI. Hoy, Perú es sede del Centro Internacional de la Papa, un organismo de investigación que ha catalogado cientos de tubérculos nativos, incluyendo algunos en vías de extinción. La papa peruana, en una variedad de colores que va desde el dorado amari-llento hasta el morado intenso, se presenta también en formas poco comunes. Entre éstas está la papa seca, que se congela en las frías noches de montaña para luego ser deshidratada día tras día bajo el sol del páramo hasta ser reducida a guijarros secos que pueden ser almacenados por largo tiempo. La papa seca aparece a menudo en un fuerte guiso de cerdo llamado carapulcra.

La sorprendente va-riedad de tamaños, formas y colores del maíz asombra a quie-nes incursionan en la cocina peruana. En una gama cromática que va desde el blanco hasta el morado, el choclo es esencial en muchos platos, pos- tres y bebidas.

Los ajíes picantes, utilizados desde épo-cas ancestrales, agregan sazón a las féculas. La cultura Nazca tejía diseños de ajíes en su ropa hace 1.400 años, mientras que los Moches pintaban pimientos mucho antes de que los Incas forjaran su propio imperio. En el norte, se pueden ver ajíes colgando de las garras del reptil en el Obelisco Tello, una columna en piedra tallada que data del año 100 a. de C. Arqueólogos han hallado rastros de ajíes en antiguas cámaras funerarias.

“¡Sin ají, no creen que están comiendo!”, escribió con asombro Bartolomé de las Casas, un misionero español del siglo XV. Cuando el reinado de esta civilización se extendía hasta lo que es hoy Colombia, el sur de Chile y el noroeste de Argentina, los ajíes eran uno de los productos utilizados en el trueque.

Muchos de los platos peruanos son en forma de guiso, pero no todos. Los anticuchos son brochetas asadas a la parrilla, el ceviche se sirve crudo y los juanes son hechos al horno o asados. Y luego están las pachamancas, que son asados cocinados bajo tierra en pozos rellenos con rocas ardientes.

Últimamente, la gastronomía peruana se ha ganado un lugar en el mundo culinario internacional. El mundialmente famoso chef Nobu Matsuhisa abrió su primer sushi bar en Lima y ahora, años después, los sabores peruanos se pala-dean en los restaurantes Nobu de Estados Unidos, Europa y Japón, frecuentados por celebridades. Mientras tanto, el diario El Comercio de Lima sostiene que en Internet hay más de 10.000 páginas relacionadas con la comida peruana. Entre las más populares, se cuentan cocinaperuana.com, cebicheperu.com y saboresdelperu.com.

Los pescados y mariscos conforman el grueso de la comida costeña, mientras que en el norte del país se consume pato y cabrito con mayor frecuencia. En los páramos, algunos de los platos se preparan con llama y cuy. Mientras tanto, en la jungla se incorporan las frutas exóticas tropicales, como chirimoya, maracuyá y lúcuma, esta última con un dejo de almizcle.

“En las investigaciones, viajes, lecturas y entrevistas que he realizado, he llegado a la conclusión de que la cocina peruana es probablemente la más apetecible de todos los países que he estudiado”, afirma el galardonado chef Norman Van Aken de Miami, un pionero de la llamada cocina del Nuevo Mundo. “Tiene que ver con la topografía de Perú, como también con las experiencias históricas y culturales que ha absorbido”.

Cualquiera sea el plato, la incursión degustativa en el mundo culinario pe-ruano promete ser “una de las experiencias gastronómicas más excepcionales del mundo”, dice el chef y autor Custer.





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HISTORIA DE LA COCINA PERUANA
Hoy en día, cuando un visitante o incluso un peruano, se sienta a degustar alguno de los platos peruanos, quizá no sabe que está experimentando el resultado de una fascinante evolución de comidas y culturas.

Las comidas básicas representadas en cerámicas incas y preincas (hoy expuestas en museos) mantienen hasta hoy su vigencia en las mesas familiares y restaurantes del Perú.



En el tiempo inca, la papa y el maíz (sara en quechua) eran la base de sopas, guisos y diferentes comidas y bebidas como “la chicha” (cerveza andina).
Con la llegada de los españoles se introdujo a esta parte de América nuevas especies de animales, frutas y plantas. Esta fusión de la cocina inca con la española dio luz a la comida criolla. En esta nueva cocina, síntesis de los dos continentes comenzaron a aparecer nuevos platos que han ido evolucionando de generación en generación. Por ejemplo, la Ocopa , la salsa típica de la ciudad de Arequipa, es una mezcla del maní precolombino y ají con productos lácteos introducidos por los españoles.

Otro alimento importante en la vida andina era la quinua. Considerada sagrada por los Incas, la llamaron “grano madre”: En épocas de siembra el rompimiento del primer surco se hacía con un implemento de oro. Actualmente la quinua está logrando el éxito merecido ocupando un lugar privilegiado en hogares de todo el mundo debido a su alto contenido proteico.
Pero la historia continúa, la llegada de los esclavos africanos que cocinaban en las cocinas del Virreinato, aportó con más de un granito de arena a la evolución de nuestra cocina, aporte no sólo en sabor sino también en color. Es a ellos a quienes se les da crédito por la creación del delicioso anticucho ( pedazos de corazón de res marinados en salsas picantes).

En el siglo XIX, la llama de la revolución peruana se avivó enérgicamente por la fascinación de los criollos con la Revolución Francesa. La gente sentía un vínculo emocional a los nuevos ideales de 'libertad, igualdad y fraternidad' por los cuales aquel país había derribado su monarquía.

La presencia y aporte francés a la comida peruana (como el mousse) es el resultado de la fascinación que tenían los Libertadores a todas las cosas francesas, y pertenece a la época temprana del siglo XIX y la independencia de España.

Después de la independencia San Martín decretó la entrada libre a los extranjeros. En 1857 había un estimado de 20,000 europeos (no españoles) viviendo en Lima. Estos incluían franceses, escoceses, ingleses, alemanes e italianos, así como también ciudadanos de la mayoría de los países escandinavos y el resto de la cuenca del Mediterráneo.

A pesar de todo esto, nadie podría haber pronosticado que el mayor impacto en la comida peruana durante los siglos XIX y XX vendría desde el otro lado de la tierra. En 1849, la llegada de los primeros sirvientes, inmigrantes de China, trajo un nuevo mundo de sabores y especias.

En 1899, llegaron los primeros inmigrantes japoneses, dejando su huella distintiva y esencial en las tendencias de las cocinas del Perú. Es un hecho que en estos cien años de su presencia en nuestra tierra, los japoneses han sido los responsables de la revolución gastronómica peruana.

Como los chinos, los primeros japoneses inicialmente vinieron para trabajar en las haciendas de la costa. Al comienzo, sufrieron trabajo arduo pero tiempo más tarde muchas familias se juntaron y se establecieron económicamente. En este tiempo los primeros restaurantes japoneses presentaron su propio toque sutil a los platos tradicionales peruanos. A principios del siglo XX, la gente (especialmente la acomodada) tenía poco o ningún interés por el pescado, claro no era tan atractivo como comer carne, pero al final de los 50s, un número pequeño de restaurantes japoneses empezaron a presentar una gama de platos de pescado y mariscos frescos.

Aunque el inca comió el cebiche marinado en chicha y varios jugos ácidos, fue con la introducción de los limones y cebollas por los españoles y un nuevo acercamiento al pescado por los japoneses que tenemos hoy el internacionalmente famoso “cebiche”.

Como hemos visto, la cocina peruana representa una simbiosis de culturas culinarias. No sólo tiene hondas raíces preincas, incas y coloniales hispanas, sino también que a lo largo de su historia ha incorporado estilos gastronómicos mulatos, europeos y orientales.

Hoy en pleno siglo XXI, descendientes de gente quechua, de españoles que han vivido en el Perú por casi 500 años, de los chinos por casi 150 años y de los japoneses nisei por más de 100, todos han sido partícipes en la evolución de la cocina peruana. En la actualidad, chefs jóvenes y brillantes, una vez más, están redefiniendo la cocina peruana ya sea con creaciones Novoandinas o progresiones sobre la comida Nikkei, haciendo una vez más que la cocina peruana ocupe un merecido entre las mejores del mundo.


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